El pollo clorado de EE.UU. todavía es motivo de bronca en el Reino Unido


Por ello han quedado relegados a un plano secundario temas como la tramitación parlamentaria de la llamada Ley de Agricultura, que persigue la mayor reforma en ese sector en 75 años.
En mayo pasado, los diputados británicos rechazaron una enmienda a ese proyecto, que buscaba proteger a los granjeros nacionales de futuras importaciones de alimentos y productos agrícolas extranjeros, que hubieran sido producidos siguiendo estándares más bajos que los aplicados aquí. Sería el caso de los polémicos pollos clorados.
El asunto trae de cabeza desde hace tiempo a este sector, que teme que un futuro acuerdo comercial con terceros proporcione vía libre a la entrada de “subproductos”, cuya elaboración sería “ilegal” en este país, explicó un portavoz del National’s Farmers Union (NFU), principal Sindicato Nacional de Granjeros en el Reino Unido.
Durante el último año, asociaciones agrícolas han hecho campaña por la inclusión de cláusulas con las que blindar los estrictos estándares alimentarios británicos en futuros tratados de comercio.
El citado proyecto de ley volverá a la Cámara de los Lores en julio y, si progresa, los agricultores seguirán percibiendo, hasta 2022, parte de las subvenciones que les fueron asignadas como miembros comunitarios, en virtud de pactos de transición que garantizan altos estándares de producción y velan por el medio ambiente.
Pero pasado el periodo transitorio, esa industria quedaría expuesta a las dudosas consecuencias de las importaciones más baratas de, por ejemplo, EE.UU., si se alcanzara un tratado de libre comercio, y otros competidores.
“Los granjeros serían incapaces de competir”, admite el portavoz del NFU, que insta al Gobierno del primer ministro, el conservador Boris Johnson, a “considerar cuidadosamente lo que estamos dispuestos a sacrificar a fin de lograr unas ganancias modestas».
Que la carne de pollo tratada con agua clorada llegue a comercializarse en los supermercados británicos es uno de los puntos cruciales en el diálogo entre Londres y Washington.
También es un punto de fricción en el proceso negociador con Bruselas a fin de establecer un nuevo vínculo comercial tras el Brexit con el bloque, pues la normativa de la UE prohíbe ese modo de desinfección cárnica defendido por Estados Unidos, al considerar que de esa manera no se cumplen otras normas de higiene en mataderos y granjas.
La técnica en cuestión consiste en sumergir las aves en una solución antimicrobiana de agua con cloro para matar bacterias y patógenos que pueden afectar a la salud humana. Actualmente, el 47% de las exportaciones británicas va a parar a países del bloque comunitario.