Hasta siempre, mi superior Juan Bautista Rojas Tabar

Gloria a quien gloria merece
Hoy les vengo a hablar de uno de los seres humanos más extraordinarios que he conocido en toda mi vida.
Su nombre: Juan Bautista Rojas Tabar.
Nació en el municipio de Salcedo, provincia Hermanas Mirabal, en la República Dominicana, un 5 de junio del año 1951.
Sus padres fueron el Dr. Odontólogo Francisco José Rojas y la Dra. Ginecóloga Sarah Tabar.
Desde muy pequeño, Juan Bautista soñaba con ser piloto. A finales de los años 60 ingresó a la Fuerza Aérea Dominicana como cadete, y para el año 1972 se graduó como piloto y paracaidista de esa institución, con el rango de segundo teniente.
Por su alta disciplina y estudios realizados, ocupó los principales cargos ejecutivos, incluyendo la Dirección de Inteligencia (J2), hasta llegar a la jefatura del Estado Mayor, cargo que desempeñó durante seis años, desde 1990 hasta 1996. Luego fue designado por decreto como Secretario de las Fuerzas Armadas, hoy Ministerio de Defensa.
Estuvo casado con la licenciada Matildez Franco, con quien procreó cuatro hijos: Víctor Aníbal, Juan José Rojas (actualmente diputado), Sarah Violeta y Katerine Matilde.
Este general fue una de las más grandes luces que ha pasado por la jefatura de la Fuerza Aérea, y aunque por corto tiempo, también dejó su huella en el Ministerio de las Fuerzas Armadas.
Benefició a miles de soldados de todas las instalaciones, así como a miembros de la Policía Nacional. Su humildad no tenía límites: visitaba la población civil de San Isidro, a la cual siempre ofrecía su respaldo.
Si veía a un soldado con problemas de salud o económicos, este ser humano lo ayudaba de cualquier forma posible. Si en su camino encontraba a un soldado caminando hacia la base, lo montaba en su coche.
Siempre fue un caballero con la prensa y amado por todos. Realizó grandes cambios en la Fuerza Aérea Dominicana, tanto en infraestructura como en el bienestar del soldado: aumento de sueldos, remodelación del Club de Alistados, del Hospital Dr. Ramón de Lara, el estadio de béisbol de alistados, distribución de uniformes y botas para los soldados, y cientos de reformas que elevaron la moral y la dignidad de todos los militares de nuestras gloriosas Fuerzas Armadas.
Fue un gran maestro. Con su humildad y disciplina supo ganarse el respeto, la admiración y el corazón de un país: de militares y de civiles.
Quien suscribe tuvo el honor de conocerle de manera personal, y me siento muy orgulloso de haber nacido en la misma patria de este General de Generales.
Juan Bautista Rojas Tabar.
Hasta siempre, mi superior.
Gloria a quien gloria merece.
Autor: Jesús Méndez Cepeda.